SOBRE LUCINDA

Lucinda nació en 1965 en Drumbeg, Irlanda del Norte, y vivió allí durante cinco años antes de trasladarse al Reino Unido. En Leicestershire, asistió a una escuela de formación vocacional y comenzó clases de ballet.

Lucinda a los nueve meses

Con nueve años, interpretando a una niña asesina en La mala semilla

Tanto su madre como su tía abuela eran actrices profesionales y su tío abuelo era responsable del diseño de iluminación de la Royal Opera House de Londres, por lo que creció en un mundo creativo. Sin embargo, fue su padre quien la animó a escribir; estaba en casa muy raramente ya que viajaba por todo el mundo por trabajo, y regresaba de improviso, siempre con un regalo para ella de los sitios en los que había estado. Entonces le contaba historias sobre los países que había visitado, aderezadas con personajes que ella siempre recordó. Después de la muerte de su padre, las encontró todas escritas guardadas en un cajón. A los catorce años, entró en la antigua alma mater de su madre, la academia de artes teatrales Italia Conti, para estudiar ballet y teatro a la vez que proseguía con sus estudios académicos. Más que ir de compras o a fiestas, le gustaba pasar su tiempo libre en el Victoria and Albert Museum of Art and Design, el British Museum y la London Library, obsesionada con la historia y la filosofía.

Como Tracy, la hija de Bomber, en Auf Wiedersehen Pet

Cuando tenía dieciséis años, un director de la BBC acudió a una de las clases de ballet y eligió a un par de chicas para que hicieran una audición para una serie de seis capítulos de la cadena, The story of the Treasure Seekers, de E. Nesbitt. Lucinda consiguió el papel y después de su emisión, le ofrecieron otros papeles en producciones profesionales tanto sobre el escenario como en la pantalla. En aquella época, había sufrido una lesión de rodilla, que puso fin a su sueño de ser una bailarina profesional, y había tomado la difícil decisión de no ir a la universidad, y a los dieciocho años ya era una actriz muy solicitada. Uno de sus papeles fue el de Tracy, la hija de Bomber en la icónica serie Auf Wiedersehen Pet.

Se casó con un actor al que conoció en un anuncio de televisión y, entonces, le sobrevino lo que ahora se ha diagnosticado como el virus de Epstein-Barr. Postrada en cama por la fatiga, decidió empezar a escribir una historia que llevaba tiempo rondándole la cabeza. El hecho de poder recurrir a la imaginación para salir del difícil mundo «real» fue tanto una revelación como la mejor terapia posible.

En el lanzamiento de su primer libro y recién embarazada de Harry

Una amiga leyó el libro ―seiscientas páginas escritas a mano durante los meses que había estado enferma— y se lo pasó a su padre, un escritor que a su vez se lo pasó a su agente literario. Unos meses después, a la edad de veinticinco años, no solo tenía un contrato de tres libros, sino que también estaba embarazada de su primer hijo, Harry. Vinieron más libros, bebés y un divorcio con la consiguiente mudanza de vuelta a Irlanda, donde alquiló una casita en Clonakilty. La decisión de olvidar la interpretación y escribir más libros la tomó con facilidad, porque no solo satisfacía su lado creativo, sino también el cerebral, y podía incluir su amor por la historia, una parte importantísima de las novelas que ha escrito desde entonces.

Regresó a Inglaterra en 1998, volvió a casarse y, cuando sus cuatro hijos aún eran menores de nueve años, se tomó un descanso de la industria editorial. Durante aquella época, escribió tres novelas mientras los niños dormían. (Unos años más tarde, dos de esos libros, La habitación de las mariposas y El secreto de Helena, fueron rescatados del fondo de un cajón de su despacho, reeditados y publicados con un éxito considerable).

Cuando sus hijos más pequeños ya iban a la escuela, decidió que había llegado el momento de escribir una novela con la que ser lo bastante valiente para enseñársela al mundo editorial. Cambió su apellido de soltera, Edmonds, por el de casada, Riley, pues no quería que se la juzgara, o definiera, por lo que había escrito quince años antes.

Sin esperar nada, solicitó plaza para estudiar Filosofía en la universidad, y quedó asombrada cuando Penguin Random House compró los derechos mundiales de El secreto de la orquídea. Posteriormente se convirtió en número uno en ventas en todo el mundo y, en los años siguientes, publicó con creciente éxito otros cuatro libros.

Luego, en 2013, mientras contemplaba el cielo en una noche estrellada en Norfolk, a Lucinda se le ocurrió la idea de escribir una saga de siete libros, basados alegóricamente en los mitos y leyendas de las Siete Hermanas del cúmulo estelar de las Pléyades. Así podría servirse de su interés en la filosofía y la mitología griegas en las historias que escribía, todas ellas ligeramente salpicadas de anagramas y metáforas.

Con lectores en Río de Janeiro

Los libros de Lucinda han calado hondo en casi todas las culturas. De forma excepcional para una autora de ficción procedente de las islas británicas, más del noventa por ciento de sus ventas se han producido en lenguas extranjeras y se ha convertido en una de las escritoras de mayor éxito del mundo. La saga de Las Siete Hermanas en concreto se ha convertido en un fenómeno a nivel global, creando su propio género, y está previsto que se convierta en una serie de televisión de siete temporadas.

Sus libros han sido nominados a numerosos galardones, incluidos el premio Bancarella, en Italia; el premio Lovely Books, en Alemania, y el premio a la Novela Romántica del Año, en el Reino Unido. En 2020, recibió el premio Platino en Holanda por la venta de más de 300.000 ejemplares de una sola novela en un año; la última galardonada había sido J. K. Rowling por Harry Potter.

En colaboración con su hijo Harry Whittaker, también ideó y escribió una serie de libros infantiles llamada The Guardian Angels.

Aunque crio a sus hijos principalmente en Norfolk, Inglaterra, en 2015 Lucinda cumplió su sueño de comprar una remota granja en West Cork, Irlanda, lugar que siempre consideró su hogar espiritual y donde escribió sus últimos cinco libros.

A Lucinda le fue diagnosticado un cáncer en 2017 y murió el 11 de junio de 2021, rodeada de su familia. Su momento de mayor orgullo llegó cuando, tras treinta años escribiendo, La hermana perdida, publicada tan solo tres semanas antes de su muerte, se convirtió en su primer libro de tapa dura que alcanzó el número 1 tanto en la lista del Sunday Times del Reino Unido como en el de Irlanda.

Con sus hijos y Stephen