El Cristo Redentor

El diseño y la construcción del Cristo Redentor

El cerro del Corcovado

Con 710 metros de altura, el cerro del Corcovado está situado en la cordillera Carioca y domina la ciudad de Río de Janeiro. En el siglo XIX se convirtió en un destino frecuente para los que querían disfrutar de las vistas de Río de Janeiro.

El Ferrocarril del Corcovado se construyó en 1884 utilizando un innovador sistema de ruedas dentadas llegado hasta Brasil desde Suiza. Tenía 3.827 metros de longitud y cuatro estaciones, la última de ellas a tan solo cuarenta metros de la cima.

En 1906, poco después de la instalación de luces eléctricas en la calle y de los tranvías en Río de Janeiro, el Ferrocarril del Corcovado se convirtió en la primera línea eléctrica de Brasil, lo cual aumentó su número anual de pasajeros a aproximadamente unos cuarenta y ocho mil.

El Cristo Redentor

A principios de la década de 1920, la Iglesia católica, que había gobernado Brasil de hecho desde alrededor de 1550, estaba comenzando a perder el apoyo de los ciudadanos brasileños, que se hallaban bajo la influencia de las ideas políticas y económicas del socialismo procedente de Europa tras la Gran Guerra.
Rio de Janeiro’s powerful Catholic Circle decided to create a religious monument to bring its people closer together – and to keep them in the fold of the church.

El poderoso Círculo Católico de Río de Janeiro decidió crear un monumento religioso para volver a unir a su gente y para mantenerlos en el redil de la iglesia. Finalmente se decidió que el Cerro del Corcovado era el emplazamiento perfecto para el monumento. Se presentaron muchos diseños para aquel proyecto tan prestigioso, pero el arquitecto e ingeniero Heitor da Silva Costa fue quien se hizo con el encargo. Su visión inicial del Cristo era una figura de pie que sujetaba una enorme cruz en una mano y un globo terráqueo en la otra.

En febrero de 1922, el presidente Epitácio Pessoa recibió una petición firmada por más de veinte mil mujeres que apoyaban la construcción de una estatua de Jesucristo en el Cerro del Corcovado; antes de eso, la Iglesia protestante y otros grupos religiosos habían retrasado el proyecto arguyendo que la estatua había sido concebida y respaldada por los católicos. Sin embargo, tras ver la petición el presidente informó a todos aquellos grupos de que si hubieran sido ellos quienes hubieran acudido a él en primer lugar con una idea similar, también les habría concedido su autorización. Por lo tanto, la edificación de la estatua seguiría adelante según lo previsto.

En septiembre de 1923, se celebró un acto benéfico llamado «La Semana del Monumento», que consiguió recaudar más de cien mil reales en solo siete días, la mitad de lo que se necesitaba para construir la estatua.

Entretanto, Heitor comenzó a dar sus planes por concluidos. Se inspiró en las antenas de radio colocadas en el Cerro del Corcovado para alterar su diseño original de manera que la figura del Cristo formada una gigantesca cruz de cuarenta metros de alto por cuarenta metros de ancho a la altura de los brazos abiertos.

Escogió una zona rocosa justo en la cumbre como el emplazamiento perfecto para que el Cristo contemplara Río.

Construcción del Cristo Redentor

Heitor da Silva Costa llegó a la conclusión de que debía utilizar un material recientemente inventado, el hormigón armado, para realizar la estructura, puesto que una estatua de bronce sería demasiado pesada para arrastrarla montaña arriba y una armazón de metal resultaría visualmente poco atractiva y además sufriría con los efectos del clima. Escribió en su diario:

«El público está acostumbrado a ver hormigón armado en los trabajos de ingeniería, pilares, columnas, etcétera, pero yo lo he presentado como capaz de prestar servicio en una obra de arte; todavía resulta extraño. No obstante, este material es moderno y el material del futuro.»

En 1924, Heitor se puso en contacto con el gran maestro de la ingeniería estructural, Albert Caquot, en Europa, para que lo ayudara a encontrar un escultor que fuera capaz de realizar el modelo a escala final. Después se reunió con muchos escultores en París, Múnich, Florencia y Roma, y finalmente optó por trabajar con el renombrado escultor Paul Landowski, en París. Mientras Landowski se encargaba de fabricar los moldes tanto para las manos como para la cabeza del Cristo, Albert Caquot se dedicó a dar los toques finales a los planos de la estructura de hormigón armado.

Los planos finales revelaron las medidas de la estatua:
Altura: treinta metros
Pedestal: ocho metros
Cabeza: 3,75 metros de altura
Longitud de la mano: 3,20 metros, con una distancia de veintiocho metros desde el extremo de una mano hasta el extremo de la otra.

Paul Landowski escribió en una carta a Heitor da Silva Costa:

«Sus cálculos eran sin duda excelentes; las matemáticas siempre serán las reinas de la arquitectura e incluso de la escultura.»

Heitor se preocupó de transmitirle a Landowski que la cabeza y las manos se considerarían una obra de arte —una escultura— y el cuerpo y los brazos como arquitectura. Le encargó que construyera una réplica de cuatro metros de la estatua.

Esta imagen muestra a Landowski en su nuevo estudio del bulevar Saint-Germain, donde esculpió el modelo de cuatro metros.

Una vez que la construcción se puso en marcha, el siguiente problema que Heitor tenía que afrontar era el de dar con un acabado exterior para la estatua. Sabía que el hormigón armado no proporcionaría el aspecto artístico que la estructura requería. Y en 1927, se topó con la solución perfecta por pura casualidad: en una fuente parisina, vio que las paredes estaban revestidas con un mosaico de teselas plateadas, pequeñas y triangulares. Su idea inmediata fue cubrir la cara externa del Cristo con miles de pequeños triángulos de cerámica o piedra. Veinticuatro horas después, ya había obtenido varias muestras fabricadas en un estudio cerámico de la zona, de diferentes tamaños y empleando distintos materiales, entre ellos la esteatita.

La esteatita se utilizaba muy abundantemente en las iglesias de Brasil debido a que se encontraba con facilidad y a que su color nunca se pierde, es resistente a la lluvia y al sol y no se expande ni contrae con los cambios de temperatura. Heitor decidió que se trataba del material perfecto para el mosaico que proponía.

Al conocer la idea, Landowski escribió a Heitor:

«Estoy totalmente encantado con el resultado que ha logrado, y no puedo sino felicitarlo por la idea. Comparto sin reservas su opinión de que este material aportará un efecto más noble e intenso, además de ser completamente resistente a todo.»

La idea se trasladó a Río de Janeiro, donde las mujeres de la alta sociedad solían reunirse a menudo en las iglesias para poner los triángulos de esteatita en trozos de malla que después se usarían para cubrir todas y cada una de las partes del cuerpo del Cristo, excepto las manos y la cara. Se dice que algunas escribieron los nombres de sus seres queridos en el dorso de las teselas antes de pegarlas, sellando así su amor para siempre.

La construcción del cuerpo del Cristo comenzó a mediados de 1926 bajo la supervisión del compañero arquitecto de Heitor, Heitor Levy, y de los ingenieros Antonio Ferreira Antero y Pedro Fernandes Vianna da Silva.

Las obras se prolongaron durante cinco años y, a lo largo de ese tiempo, a pesar de las peligrosas condiciones de trabajo a aquellas alturas, ni un solo hombre perdió la vida.

El Cristo Redentor se inauguró el 12 de octubre de 1931, acontecimiento seguido de una semana de festividades llamada «Semana Nacional del Cristo Redentor», puesto que gentes de todos los rincones de Brasil empezaron a acudir para ver la obra maestra.

El Christo Redentor, o Cristo Redentor, como se conoce en el resto del mundo, celebró hace poco su octogésimo cumpleaños, en 2011, y ha llegado a convertirse en una de las «Siete Maravillas del Mundo» con casi dos millones de visitantes al año.

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Para saber más del primer libro